Lastras en el último mundial |
Es el suyo un caso atípico. Debutó en 1998 y desde entonces siempre ha defendido los colores de una misma casa, la de Unzué y antes Echávarri. Lo seguirá haciendo durante los dos próximos años. Pablo Lastras García (Madrid, 1976) es el último producto de la factoría Banesto. Es un bien preciado, un tipo de corredor de los que ya no se hacen.
Usted es el último superviviente de un equipo, de una filosofía.
Pues sí, lo veo cuando cada comienzo de temporada cambia la ropa del equipo. Soy un superviviente, pero con fecha de caducidad. El siguiente en irse sé que soy yo. Por eso quiero disfrutar a tope de los dos años que me quedan.
¿Cómo se ve?
Muy bien. Cuando debuté en esto no pensaba estar tanto tiempo, ni llegar tan lejos. La clave es que he tenido siempre los pies en el suelo. He tratado de ser el mejor en el puesto que me han colocado.
Chente solía decir que hay que saber buscar tu sitio.
Cierto, y también es algo que me solía decir Chava Jiménez. En eso las cosas han cambiado. Yo oí ese consejo, y traté de ponerlo en práctica. Ahora se lo dices a un chaval joven y te miran raro o te contestan.
¿Es difícil asumir quién se es?
No, para nada. Andar en bici no es fácil, pero hay que saber escuchar. Confías en tus posibilidades, te dejas aconsejar por la gente veterana, y se puede aprender siempre mucho de la gente joven.
¿Su poder es su actitud?
El secreto está en las ganas y la ilusión por ser ciclista, no la he perdido.
¿Cómo lo consigue?
La ilusión es algo que se alimenta todos los días, pero también hay que saber desconectar a tiempo. En casa yo tengo la bici lavada, preparada, pero tapada y en el cuarto de calderas cerrada con llave. Mi casa no parece una casa de ciclista. Ya lo decía Ángel Nieto, que el secreto para ganar tantos mundiales era no pensar todo el día en motos.
¿En qué piensa además del ciclismo?
Quiero ser bombero, es mi reto en la vida civil.
De aquel equipo Banesto sólo queda usted, ¿queda también la filosofía o eso se diluye?
La filosofía de este equipo es la misma que hace años. Eusebio se ha sabido adaptar muy bien al ciclismo del siglo XXI, pero manteniendo la raíz y la familiaridad que ha tenido este equipo siempre. Que es lo que le falta a los nuevos equipos anglosajones, son fuertes pero sin tradición.
¿Cuál es la raíz de este equipo?
Que al ciclista se le sabe llevar con paciencia, y que también se le escucha.
Y se le exige.
Por supuesto. Llevar este maillot muchas ventajas, pero también algún inconveniente. Este año he hecho 98 carreras, relajado sólo he podido hacer ocho. Se exige, y se exige mucho. O trabajas o aprietas para el puesto por equipos... siempre se defiende algo y eso cansa. Y además la imagen que se pide es exigente, Movistar pone mucho dinero y hay que estar a la altura.
¿El ciclista de ahora es más blando que la de antes?
Sí, y es un motivo de mi longevidad deportiva. Ahora la gente viene blandita, sin constancia. Les falta ser constantes. Los chavales de ahora tienen de todo, y se han acostumbrado a vivir bien.
¿De quién se acuerda de aquel Banesto del 96?
De la gente de la que aprendí mucho como Orlando Rodríguez, Garmendia, Soláun, Odrizola, Arrieta, Patxi Vila... Chente, por supuesto. Y de cada jefe de filas, desde Olano hasta Valverde he aprendido algo.
¿E Induráin?
Pues sí. Yo llegué al equipo amateur cuando ganó su último Tour. Me quedo con su grandeza humana, en cómo nos venía a saludar a todos en las sesiones de fotos.
También coincidió con Miguel Morrás.
Cierto, y conservo una muy buena amistad con él.
Ha visto morir a compañeros.
Sí, y es durísimo. Se sale adelante hablando, llorando y estando unidos.
¿Qué se pide para este año?
Quiero una victoria en una grande, en una clásica o el campeonato de España. Me haría ilusión. A los 36 se puede ganar.
Fuente: Diario de Navarra
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