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16 de julio de 2016

CICLISMO – Julio Jiménez recuerda su “casi” victoria en el Mont Ventoux

Un espectador le arrojó un cubo de agua fría que le privó del triunfo de etapa en 1965

@deportesavila / El Tour no llegó este año a la cima del Mont Ventoux. El viento previsto de más de 100 kilómetros por hora obligó a la organización a adelantar 6.000 metros la meta. Una decisión que provocó una de las imágenes más surrealistas de la historia de la competición. Chris Froome, el líder, corriendo a pie tras perder su bicicleta. El británico sufrió una caída a falta de un kilómetro de la meta por culpa de una moto y ante la imposibilidad de cambiar la bicicleta comenzó a correr puerto arriba.

La decisión de la organización de acortar la subida al Mont Ventoux se demostró mala. Provocó que el público se agolpase en la zona anterior al último kilómetro para la meta, donde no había vallas protectoras. El embudo fue la causa del supuesto atropello que, a la postre, provocó la caída de Froome. Una imagen dantesca en un lugar que vivió otra más trágica como la muerte del inglés Tom Simpson en el año 1967.

El Gigante de Provenza, del que se dice que "no está loco el que sube sino el que vuelve", atesora en su ascenso múltiples historias legendarias, menos trágicas, algunas curiosas, como el "baño" que sufrió el abulense Julio Jiménez en 1965, hecho recordado por El Almería.

Jiménez, tres veces rey de la montaña en el Tour, rememora a sus 81 años su "casi" victoria en la cima lunar del coloso provenzal en 1965. Un acto vandálico de un espectador le arruinó la fiesta al abulense. 

"Iba subiendo escapado y me alcanzó Poulidor. A punto de atacarlo, a 100 metros de la meta, salió un espectador de la cuneta y me tiró un cubo de agua fría en el estómago. Me descolocó y el francés aprovechó para esprintar y ganar. Cogí un buen cabreo", recuerda. 

La muerte de Simpson

El abulense tiene en su memoria el puerto que subió este jueves el pelotón del Tour como "un puerto duro donde te falta el oxígeno, prácticamente seco, sin sombra, donde pega el sol de plano". Dos años después, en 1967, Julio Jiménez fue segundo en el Tour, sólo superado por el francés Roger Pingeon y además rey de la montaña con la camiseta de la selección nacional, si bien pertenecía al equipo Bic de Jacques Anquetil. Al “relojero de Ávila” le tocó vivir de cerca la muerte del británico Tom Simpson. 

Simpson dio su última pedalada en el horno del Ventoux, en cuya cuneta una escultura aún recuerda una muerte que heló la sangre del pelotón. El sol abrasaba con una temperatura de 35 grados. El médico de la carrera vaticinó por la mañana que con ese calor podía "haber muertos". 

"Hacía un calor horrible, pero nos quedamos todos helados", rememora Jiménez. 

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