Jesús Hernández y Alberto Contador |
Ainara Hernando / Amigo, casi hermano y confesor, Jesús Hernández vuelve a ser el gran aliado de Alberto Contador, con quien ha compartido todas las Vueltas que ha ganado menos la del 2008. “Tras la retirada del Tour, Alberto estaba hecho una mierda psicológica y físicamente”, asegura.
Dice sin dudarlo Jesús Hernández que “con Alberto –Contador, claro- he pasado más tiempo que con mis parejas”. No le hace falta echar cuentas. “Pero de largo”, enfatiza. “Somos como un matrimonio, nos conocemos perfectamente para lo bueno y para lo malo”. Hay pocas personas, no ya solo en el pelotón o dentro del equipo Tinkoff, no ya solo de su entorno, que le conozcan tan bien como él. La de Alberto Contador y Jesús Hernández es una relación que va mucho más allá de una verdadera amistad. “Es casi mi hermano”, dice Jesús. Alberto lo necesita a su lado. Su presencia tranquiliza al pinteño, le relaja y le desconecta. Pero hay mucho más. El vínculo entre ambos es tan fuerte que apenas les hace falta hablar.
“A mi me basta una mirada cuando llego al bus después de una etapa para saber si le ha ido bien o no”. Siempre están juntos. O casi. Jesús Hernández se quedó sin entrar en el ‘9’ del Tinkoff para el Tour de Francia pero en menos de diez días ya tenía de nuevo a Alberto a su lado por culpa de las dos caídas que le forzaron a retirarse. Al reencontrarse, a Jesús no le hizo falta tampoco preguntarle cómo estaba, qué sentía. Él ya lo sabía. “Estaba hecho una mierda psicológica y físicamente”. Fue el momento más duro en el proceso de recuperación de Alberto. “Nada más caerse y volver a casa”, recuerda.
“Y Alberto es muy fuerte mentalmente”, cuenta, “bajarte del Tour para alguien como Alberto no es fácil cuando llevas todo el año apostando por esa carrera. La preparación de cuatro meses se fue al traste y aunque ya había pasado por eso hace dos años no significa que no te duela”. Recuerda su amigo y compañero de confesiones que “tuvo que pasar unas dos semanas sin tocar la bici, ¡no tuvo más remedio porque le dolía mucho! Que si no…”. No tardó en darle vuelta a la situación. “Cuando volvió a montar le cambió el chip. Pensó rápidamente en acortar plazos. Ahí fue cuando renunció a los Juegos Olímpicos y movió tierra y cielo para poder ir a la Vuelta a Burgos, donde no había sitio y debemos dar las gracias al organizador por el esfuerzo hacernos un hueco”.
Regresar a la competición y ganando “fue muy importante para él, por la confianza que le dio para empezar a construir la forma de cara a la Vuelta”. Todo eso lo sabe Jesús sin necesidad de preguntárselo porque es como si el corazón y la mente de Alberto Contador los tuviera también él. Con una mirada o un gesto le basta desde que saca el pie de la cama cada mañana. “¡Cuando se levanta y le veo ya sé cómo tiene la mecha!”, exclama Jesús entre risas como es habitual en él. “Y ya sé si ese día puedo hacer una broma o no”. Pero cuenta que “cuando se levanta siempre tiene mucha chispa. Alberto es un culo inquieto, no puede estar parado. Cuando está enfadado es algo más calmado pero la misma energía que se le ve en bici la tiene en la vida en general”.
Con menos presión
De todo ese torrente que es Contador, Jesús Hernández añade que ve a Alberto “mucho más tranquilo, como con menos presión y estrés, a parte de la normal que tú mismo te impones porque sales a ganar y quieres lograrlo pero hace un par de días justamente se lo dije, que le veía más tranquilo” y encuentra la explicación en que “antes, cuando tuvo la racha de que de a cada gran vuelta que iba la ganaba, él mismo se presionaba más porque solo valía ganar. Y cuando empezó a perder por físico o mala suerte se dio cuenta de que no pasaba nada, que esto es deporte y hay cosas contra las que no puedes luchar como lo que sucedió en el Tour. Te llevas una gran decepción pero no está en tu mano cambiarlo”.
Continúa Jesús diciendo que “ese estrés que tenía antes, que no conocía la derrota ya no lo tiene”. Conocerla le liberó. “Sí”, afirma él, “y el paso de los años, la experiencia, te tranquiliza”. El punto de inflexión de esa nueva mentalidad, asegura Hernández, fue en 2014. “Después de lo que le pasó en el Tour cogimos la filosofía de ir día a día. ¿Para qué vamos a pensar que la Vuelta se decide en la décima etapa si hasta ese día pueden pasar un montón de cosas? Dijimos: vamos a pasárnoslo bien, vamos a jugar a ser ciclistas. Vamos a salir a ganar, pero día a día”. Funcionó. “Hubo días que tenía buenos y otros no tanto. Los buenos los aprovechamos mucho y acertamos pensando así”.
“Está disfrutando más que antes”
Y, desmiente Jesús “no te voy a decir que está más tranquilo, pero sin duda que Alberto está disfrutando más que antes”. Se le nota, afirma, en que “cuando estamos en la habitación está más relajado, no tan tensionado como antes”. Es lo único que ha cambiado, porque, lo que es en la preparación nada. Y de eso Jesús sabe bien “que lo sufro en mis propias carnes”. Y piernas. “Sigue siendo igual de metódico y cabezón para entrenar y cuidarse, ¡o más!. En eso sigue igual porque de lo contrario sería imposible mantenerse en el nivel que tiene”.
Es eso o morir. “Porque los rivales son lo que te exigen ser mejor. Los números con los que ganaba en el 2007 ya no valen para nada ahora. Antes su rival era Andy Schleck y él ya no está ni el pelotón. Ahora es Froome, él le exige ser mejor. Cada año se anda más porque los corredores que vienen llegan mejor preparados, tanto genéticamente como en preparación. Si te quieres mantener en este mundo, tienes que andar más”.
Levantarse y acostarse a las mismas horas
Y alrededor suyo, un equipo que, al contrario que en el Tour, estará cien por cien entregado a la causa de vestir a su líder de rojo en Madrid. Daniele Bennati, Paulinho y Manuele Boaro lo arroparán en el llano mientras que en la montaña será el turno de Jesús, Robert Kiserlovski y Yuri Trofimov. “Ellos dos serán los últimos que deberían estar con él. Yo soy realista, sé donde está mi sitio y espero llegar hasta donde las piernas me permitan”, cuenta Hernández. Después comenzará la otra parte de su trabajo diario, la de abstraerse de todo una vez se bajen de la bici, labor que Jesús hace sin sentido de la obligación ninguna, por la amistad que le une a su jefe.
“Es importante para alguien como Alberto desconectar cuando llega la etapa, poder hablar de cualquier tema y tener feeling en la habitación”. El año pasado, Contador compartió techo con Ivan Basso “y a veces también con Paulinho pero cuando estoy yo siempre conmigo. Es importante estar con alguien parecido a ti, que tenga tus mismas costumbres. Ayer, por ejemplo los dos nos levantamos a las once de la mañana”.
Cada Vuelta, una victoria
Jesús Hernández lleva compartiendo equipo con Alberto Contador desde el 2009. Dos años antes su entonces equipo, el Relax, echó la persiana y se quedó en el paro. Pasó todo el 2008 en blanco en lo que a competición se refiere, porque el año entero lo dedicó a entrenar junto al ciclista de Pinto. 20.000 kilómetros le salieron. Aquella Vuelta a España del 2008, la primera de Contador, es la única en la que Jesús Hernández no ha corrido a su lado, aunque si la preparó con él. En sus otras dos victorias, la del 2012 y 2014, ha saboreado las mieles del éxito junto a su jefe y amigo, que cuenta sus participaciones en la Vuelta por victorias. Talismán. “Es fácil serlo de alguien que ha ganado más de lo que ha perdido en las grandes”.
Su idilio con la Vuelta, Jesús lo explica en que “llega con menos presión que al Tour y aquí está arropado por toda la gente en España, su gente y corre en casa, conoce los sitios”. A eso quiere amarrarse Alberto y también Jesús, en busca del cuarto triunfo. A eso y a que Froome no llega con el mismo potente e intimidante equipo que en el Tour. “Eso ayuda, porque con un equipo como el que tenía en el Tour es salir en desventaja”.
Promete Jesús Hernández que en esta Vuelta “veremos al Contador que ataca, como siempre aunque aquí sea difícil porque hay muchos finales en alto pero solo está el puerto final, eso no te da para la improvisación, para la heroica que nos gusta de Fuente De”, pero está seguro de que su amigo y jefe lo dará todo para ganar la Vuelta “y si no lo consigue, para ponérselo difícil a quien lo logre, etapa a etapa”. Para después quedará a diario el descanso y la desconexión, las risas y las bromas de los dos amigos que al fin y al cabo son Jesús y Alberto.
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