17 de noviembre de 2010

CICLISMO – Carlos Sastre: “2010, el año en el que volví a correr las tres grandes”

"La temporada 2010 comenzó en enero, con la concentración de dos semanas que llevó a cabo el equipo en Vila Nova de Cacela (Algarve). Como cada año, la afronté con la ilusión ante una nueva temporada y unos nuevos retos. Llegué a ella con buen tono muscular, mantenido en salidas en bici, tanto de carretera como de mountain bike, bicicleta de carretera y gimnasio. (Leer más...)

En las carreteras portuguesas empezamos a intensificar ya los entrenamientos en carretera para poner a punto la maquinaria de cara a las primeras citas de la temporada, que para mí iba a ser la Volta a Catalunya, ya que al tener en mente disputar las tres grandes decidí empezar un poco más tarde para que no se acumulara demasiado cansancio. En mi planteamiento de la temporada, tras la Volta, tenía previsto correr otras tres pruebas (Amstel Gold Race, Flecha Valona y Liège-Bastogne-Liège) antes de tomar la salida en el Giro, que era mi primer gran objetivo.

De la Volta salí con una sensación muy positiva. Pese a ser mi primera carrera, después de muchos meses sin competir, las sensaciones no fueron malas. Sabía que me quedaban todavía un largo trecho y muchos kilómetros de entrenamiento y de preparación para llegar al Giro de Italia. La Volta me vino muy bien para sacar conclusiones importantes, como saber qué tenía que hacer a partir de ese momento.

Mis próximas citas tenían que haber sido la Amstel Gold Race y la Flecha Valona, pero la suspensión de vuelos, como consecuencia de la enorme nube de cenizas procedente de un volcán islandés, hizo que no pudiera desplazarme a ellas. Así las cosas, en la Liège-Bastogne-Liège me costó adaptarme al ritmo de carrera en la primera parte de la prueba, porque eran muchos días sin competir después de la Volta, pero la verdad es que aunque sufrí mucho y no pude estar con los mejores, las sensaciones fueron bastante buenas”.

Llegué al Giro bien preparado y con muchas ganas, pero la carrera se torció desde el principio con las dos caídas que sufrí y diferentes averías, pero eso no hizo que perdiera la ilusión y la motivación de querer seguir intentándolo y de hecho así fue. Arrastré las molestias de las caídas prácticamente hasta el final, aunque en la última semana me sentí mejor. Al final terminé incluso satisfecho. No por mi octava posición, que eso fue lo de menos, sino por haber podido terminar una carrera en la que en algunos momentos estuve cerca del abandono. En ese sentido, me sentí orgulloso y feliz de haberlo terminado bien y contento de haber podido luchar por intentarlo hasta el final.

Una vez terminado el Giro y de regreso a casa, noté que las molestias no remitían, por lo que me aconsejado por los médicos me sometí a una resonancia magnética en la que se pudo comprobar que sufría una hernia discal posterior y central extruida del disco L5 S1, que iba a dificultar en gran manera mi preparación para el Tour. Tras descartar la intervención quirúrgica, me sometí a un intenso tratamiento de fisioterapia. Poco a poco las molestias fueron a menos y aunque no pude entrenar con la intensidad que hubiera sido aconsejable, una semana antes del inicio del Tour los dolores habían desaparecido por completo. El no sentir ninguna molestia ni dolor en la bicicleta de la contrarreloj del prólogo, me animó a afrontar la carrera con una nueva ilusión, aunque sabía que el equipo que se había diseñado no estaba hecho en torno a mí. Afronté este Tour sin saber exactamente en qué condiciones me encontraba y sin plantearme por tanto ningún objetivo concreto.

El inicio de la carrera no fue nada fácil, pero pude salir de él bastante bien, viendo las condiciones en las que estaba y teniendo en cuenta el tiempo que perdí en dos etapas cruciales, como fueron el día de La Madeleine y el de los tramos de pavé de Arenberg. A partir de ahí fui mejorando, mis sensaciones fueron cambiando muchísimo y al final me encuentro mucho mejor, con más ganas de luchar. Hice varios intentos que no han cuajaron, pero me sentí feliz de haberlo intentado. Especialmente el día del Tourmalet, donde lo intenté con todas mis ganas y las fuerzas que me quedaban. Algunos pensaban que estaba muerto, pero para mí aquella etapa me dio algo muy importante. Me di cuenta de que las victorias son importantes, pero las derrotas son mucho más, porque se sacan muchas más cosas positivas. Ese día me enseñó algo nuevo de mí que no sabía. Me sentí feliz de haberlo intentado, de haber luchado y de haber vuelto a la carrera que más me gusta con ganas.

Después del Tour de Francia, acudí a San Sebastián para correr la clásica. Me encontraba bien y con ganas de intentarlo. El recorrido presentaba dos subidas a Jaizkibel y eso me favorecía. En la segunda subida pude responder al ataque de Luis León Sánchez y Vinikourov. Nos entendimos bien y pudimos llegar destacados a la meta. En la parte final tuve calambres en las piernas, iba ya sin mucha fuerza, pero ese tercer puesto fue muy importante para mí.

Me motivó para seguir preparando la Vuelta a España, mi tercer objetivo, con ciertas garantías. La primera semana me costó coger el punto a la carrera y en la etapa de Valdepeñas las sensaciones no fueron las mejores. Notaba que había corredores más frescos que yo, pero cuando decidí correr las tres grandes vueltas en una misma temporada ya sabía que era una empresa difícil. Dificultad que se agravó en un año en el que, por unas cosas u otras, he ido siempre a contrapié, con caídas, problemas y enfermedades. En muchas etapas lo intenté, pero veía que eran más las ganas y el corazón que las fuerzas. Al final noté que terminaba la carrera bastante bien, cuando hice una buena contrarreloj en la contrarreloj de Peñafiel, pese a que el recorrido era totalmente llano y sopló un fuerte viento.

Puedo asegurar que terminé satisfecho de haber luchado al máximo, de haberlo intentado con todas mis fuerzas y de haber estado siempre cerca de los mejores en esta Vuelta a España. Sentí alegría por haber terminado mi novena Vuelta a España en un bonito octavo puesto, con otro compañero entre los diez primeros, como ha sido Xavi Tondo, que ha hecho sexto, con otros tres compañeros que lo han dado todo por nosotros y con un equipo técnico que me ha regalado dos años grandísimos en el equipo Cervélo."

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