Rivilla publica en 1969 sus Memorias en El Mundo Deportivo (I)
@deportesavila / El único futbolista abulense que ha llegado a vestir la camiseta de la selección internacional absoluta ha sido Feliciano Muñoz Rivilla. Hace ya 45 años que se retiró del fútbol después de haber permanecido diez temporadas en el Atlético de Madrid como indiscutible lateral derecho de la defensa. Pese al tiempo transcurrido ningún jugador de Ávila ha obtenido sus logros deportivos, entre ellos el haber sido campeón de Europa con España en 1964 cuya camiseta vistió en 26 ocasiones, en una época donde la selección no jugaba tantos partidos como ahora. Con el equipo colchonero ganó una Recopa, una Liga, tres Copas del Generalísimo, además de haber sido tres veces subcampeón de Liga, una de la Recopa y otra de la Copa.
Un año después de haberse retirado de los terrenos de juego, Rivilla escribía en cuatro capítulos para Cifra Gráfica las memorias de su vida futbolística, publicadas en El Mundo Deportivo, que reproducimos ahora para que las nuevas generaciones conozcan la historia del mejor futbolista de Ávila de todos los tiempos y sirvan para refrescar la memoria de los más veteranos.
ÁVILA, MI PATRIA CHICA
Nací en Avila hace ahora treinta y tres años, exactamente el 21 de agosto de 1936. Mis padres, Feliciano Muñoz y Basilisa Rivilla tenían un negocio de ultramarinos. Para ellos mi primer recuerdo en esta historia y mi primer acto de agradecimiento ya que me dieron el primer ser, la educación y tantas cosas que no sería capaz de recordar aunque quisiera. Somos tres hermanos. Mi hermana Sonsoles, mayor que yo, mi hermano Enrique, menor, y un servidor de ustedes que hasta hace poco fue defensa derecho del Atletico de Madrid y de la Selección Española de Fútbol.
El balón llegó a mis pies muy pronto. Cuando aún no había comenzado a estudiar el bachillerato. Pero recuerdo mis primeras galas de futbolista, equipado con camiseta y pantalón azul y botas de reglamento, a los diez años, militando en el equipo infantil de la Acción Católica de Avila. Recuerdo que me quería comer el balón y procuraba no separarme de él. Nuestros partidos de entonces eran a diez goles. Cuando uno de los equipos conseguía marcar el cupo asignado, se terminaba la contienda.
Era un fútbol, pues, esencialmente hecho cara al gol. Y muchas veces no era tan fácil. Los partidos duraban entonces casi todo el día. Esto da ya una idea de cual fue mi primera escuela futbolística: balón y mucho balón: correr y mucho correr, tirar a puerta cada vez que había ocasión y buscar la ‘ocasión siempre para conseguir marcar ese décimo gol que daba la victoria y terminaba los partidos. Era yo entonces interior derecho, puesto que conservé hasta muchos años después en que fui bajando de línea hasta encontrar mi puesto de internacional.
Rivilla entre dos míticos ciclistas abulenses de los 60: Julio Jiménez (i) y Esteban Martín (i) |
‘EL PIQUÍO’ FILIAL DEL ÁVILA
Mis años de futbolista de Acción Católica fueron de los más felices de mi vida. Aunque para mis padres resultaban un tormento. Su preocupación primera era mi educación y mis estudios. Y el fútbol lo velan como un peligro para ambas cosas. Por eso, cuando a los catorce años me fichó «El Piquío», club filial del Avila, no lo vieron con muy buenos ojos. Unicamente me dejaron jugar porque yo les prometí que sacaría enteros todos los cursos del bachillerato. Y así fue. Nunca tuve la amargura de un suspenso y septiembre no fue nunca para mi mes de exámenes. Lo que no quiere decir que fuera un empollón. En mis notas abundaban los notables, con algún aprobado y sobresaliente. Y el fútbol
me hacía estudiar. Creo, sin embargo, que fui mejor futbolista que estudiante y por el fútbol enderecé mi vida definitivamente.
A los 16 años pasé al equipo titular del Ávila que militaba en Tercera División. Del «Piquío» recuerdo un partido especialmente por la categoría que nos dio y el prestigio. Fue contra los juveniles del Real Madrid. En aquel equipo jugaba Marshal, el fino interior de los años grandes. Pues le ganamos al Real Madrid por cinco goles a cuatro. Y yo tengo aún el orgullo de haber marcado tres de aquellos tantos.
Rivilla con el Real Ávila, el 3º por la izquierda de la fila inferior que sujeta el balón |
EL MURCIA, EL PLUS ULTRA, EL RAYO
Las dos temporadas del Ávila me hicieron famoso. Vinieron a buscarme nada menos que del Murcia, club que militaba entonces en Segunda División. Volvió a interponerse en mi carrera la oposición de mis padres. Llevaban
muchísima razón. Yo acababa de terminar el bachillerato y lo lógico era que estudiara una carrera objeto por el que trabajaban y se desvelaban continuamente, pues no tuvieron otra ilusión en su vida, como ocurre a todos los padres, que hacer por su hijo lo más, y lo mejor. Sólo llegamos a un acuerdo cuando le prometí que estudiaría Derecho en Murcia y que sacaría el curso completo como había sacado el bachillerato. Así conseguí irme a Murcia y cumplí la promesa a mis padres. En fútbol, sin embargo, no salí muy contento. Me alinearon de extremo más que de interior, mi rendimiento no fue todo lo satisfactorio ni a mí me gustaba demasiado.
Pero al terminar la temporada, me llegó la oferta del Atlético de Madrid. Aquello fue como un sueño. Se cumplían todas las ilusiones de mi vida y se truncaban un poco las de mis padres. Adiós carrera y bienvenida al fútbol grande. Pero aunque ellos perdían la ilusión de mis estudios, se vieron muy halagados con un hijo futbolista de Primera División, cosa que naturalmente tardaría aún en llegar. Me vine a Madrid. pensé estudiar ingeniero agrónomo; pero la verdad es que no me preocupé de más campo que el de fútbol. Era la temporada 1953-54 y, como el Atlético no pensaba utilizarme en el primer equipo y yo quería jugar y demostrar mi clase, preferí que me cediesen tres temporadas seguidas. La primera fue el Plus Ultra’ donde jugué 16 partidos de Liga en Segunda División y marqué 19 goles. Allí tuve la satisfacción de conocer a don Antonio Borrachero, aquel gran presidente y gran caballero en todos los órdenes. Jugamos la Liguilla de Descenso, pero conseguimos quedamos en Segunda División.
El Rayo Vallecano con Rivilla el 2º por la izquierda de la fila superior |
Las otras dos temporadas fui cedido al Rayo Vallecano junto con Callejo, Bouso, Botella y González. El Atlético tenía muy buenos interiores y no había lugar para mí. Molina, Lorenzo, Agustín y después Peiró eran mis obstáculos. Pero en el Rayo podría demostrar mi valía y dar luego el salto definitivo. En la primera temporada nos quedamos 5° de la clasificación en Segunda. Yo formaba ala con Callejo y metíamos muchos goles. La segunda temporada me solicitó el Rayo y yo me fui porque me agradaba el equipo y quería seguir haciendo méritos para en trar en el primer equipo del Atlético. Fue cuando Colón, el entrenador rayista, me pasó a la media porque me encontraba más posibilidades. Y el caso es que yo me encontraba más a gusto como medio de ataque y hasta rendí más. Aquella temporada marqué ocho goles
EL ATLÉTICO, MUY CERCA
Ya en aquella temporada el Atlético de Madrid me llamaba para jugar algunos pártidos los jueves. Era para mí el mayor de los honores. Y como sabía que allí estaba mi verdadera oportunidad, jugaba aquellos partidos con tanto o mayor empeño que los de competición oficial. Porque mi ilusión toda entera estaba en el fútbol. Estaba decidido a ser futbolista y de los buenos -por encima de todo. Y cuando se tiene tanta ilusión, tanta afición y tanto veneno, las cosas se consiguen por encima de lo que sea.
Yo pienso de mí mismo que no he sido el mejor futbolista en mi puesto ni mucho menos. Fui tal vez menos malo que los demás y por eso llegué a situarme y encontrar un puesto en un gran equipo. Pero tuve que ganármelo a fuerza de luchar cada día durante toda mi vida. Tuve oportunidades, cuenta la suerte pero es el trabajo de cada uno lo que hace que la suerte marche y que las oportunidades se consoliden.
La siguiente temporada entraría definitivamente en el club rojiblanco. Yo no lo sabía entonces. Ni sabía que iban a ser once temporadas seguidas las que defendería aquellos colores como titular indiscutible. Ni me imaginaba que por el fútbol me iban a venir tantas cosas buenas como hoy tengo. Tenía la conciencia únicamente de que había que luchar por conseguir lo que quería. Y luché. Hoy estoy satisfecho de mi carrera deportiva y de la otra. Sólo me gustaría volvera tener veinte años para volver a jugar al fútbol y vivir de nuevo esos años tan maravillosos que viví cuando el balón era toda mi vida.
PRÓXIMO CAPÍTULO: MI INGRESO EN EL ATLÉTICO DE MADRID
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