19 de agosto de 2015

CICLISMO – El día del 'Pájaro'

Jesús Rodríguez, el abulense que estuvo a punto de ganar en su tierra una etapa de la Vuelta 1988


Rubén Parro / En el deporte las gestas se olvidan cuando no logran su objetivo, que no es otro que la victoria. El mediocre siempre pasa a segundo plano y es defenestrado por la historia. La épica no suele contar con él. Los segundos puestos son respetados y admirados, dan caché, pero no llenan paginas. Hay oportunidades que solo se presentan una vez, sobre todo para deportistas modestos.

Jesús Rodríguez El Pajarillo tuvo su día para la gloria. Se levantó un jueves 12 de mayo del 1988 con una motivación especial, la etapa de la Vuelta a España finalizaba en su ciudad natal, Avila y a pesar de llevarse disputadas diecisiete etapas, conservaba fuerzas.

Su palmarés deportivo no era malo pero le faltaba una gran victoria para consolidarse como un corredor de primera línea. Era su día, lo iba a intentar, y ya desde la salida de la etapa en Toledo haciendo uso de su carácter extrovertido y siempre entrañable, avisó a los comentaristas de TVE : hoy la voy a armar. Quizás no era la jornada mas propicia para hombres rezagados en la General; los puertos de la Sierra de Ávila no iban a facilitar las cosas a los aventureros y mucho menos si los primeros clasificados en la Vuelta decidían moverse.

"Hoy la voy a armar"
Kelly, que el año antes se retiró por las molestias de un forúnculo cuando iba lanzado hacía la victoria, poniendo en bandeja la victoria al colombiano, Lucho Herrera, se iba convirtiendo a pasos agigantados en el ganador virtual de la carrera. El batallador BH dirigido por Javier Minguez, que desde el primer momento domino la carrera, perdía fuelle a medida que pasaban las etapas: Cubino perdía el liderato, Pino no estaba al cien por cien como en 1986 y Anselmo Fuerte apenas superaba en unos segundos al irlandés y no era suficiente para acabar la contrarreloj de Collado Villalba con el maillot amarillo a sus espaldas. El pesimismo aumentaba a la misma velocidad que la presión del corredor irish imponía en la trouppe española.

Arrancaba la etapa con desidia por parte del pelotón. Las nubes anunciaban lluvias y asediaban a la serpiente multicolor que durante las primeras horas de carrera solo se preocupaba de abrigarse para no sufrir las inclemencias del tiempo. Durante varios kilómetros las intenciones del equipo del líder de poner contra las cuerdas al rubio corredor, se dejaban llevar por la pereza de una climatología no favorable para estrategias arriesgadas. En la cabeza de Fuerte empezaba a rondar la idea de dejar la batalla para mañana, quizás su conocimiento de la sierra madrileña sería mas propicio para poner en dificultades al corredor del Kas.

En la etapa Toledo-Ávila llegó a tener 25' de ventaja
Ya avisó el Pajarillo, que la iba a armar, y nada mas salir de Toledo, cuando el perfil de la etapa era todavía llano, atacó con fuerza. Pronto se uniría, el almeriense Juan Martínez Oliver que en su mejor año como profesional (vencería en una cronoescalada en el Tour de Francia), se compenetró a la perfección en los relevos con su compañero de escapada e iniciaron una cabalgada que llegó a distanciar al pelotón en mas de veinticinco minutos. Por detrás nadie aumentaba la marcha y la dureza propia de la carretera no era suficiente para poner en jaque a Kelly. Cada pedalada le acercaba a la victoria. Otros modestos también aprovecharon la indiferencia de los hombres fuertes de la carrera e incrementaron la marcha, pero la diferencia de los dos escapados era demasiada y si no se hundían en el último puerto de la jornada, Navalmoral, sería difícil neutralizarles.

El corredor que se había criado en el páramo abulense, era el favorito para la victoria, a pesar de no ser un escalador puro, su conocimiento del terreno le hacia gozar de cierta ventaja sobre Oliver. Seguramente no podría aguantarle en el último puerto. Y así fue; en las primeras rampas de Navalmoral, nada mas pasar el pueblo, coincidiendo con las mas duras, El Pajarillo descuelga a Oliver, que por su condición de rodador no pudo seguirle. El gentío que esperaba al abulense en la meta instalada en el velódromo del Estadio Adolfo Suarez de Avila, enfervorizó al escuchar por los transistores que el ciclista de la tierra, tenía a tiro de piedra entrar en su ciudad natal levantando los brazos en primera posición. Un sueño que iba adquiriendo tintes de realidad, no solo para su protagonista sino para miles de aficionados al ciclismo de la ciudad amurallada y alrededores que por su amor a este deporte se habían aproximado a disfrutar de este evento.

El sueño del 'Pájaro', a punto de ser realidad
La subida a Navalmoral marcaba diferencia entre los dos corredores escapados y los favoritos para la victoria final de la Vuelta continuaban siesteando, salvo un pequeño escarceo del maillot amarillo en el último kilómetro del puerto abulense, que ni siquiera inquieto a Kelly.

La paciencia de un gran corredor es su gran virtud. Saber esperar el momento, medir, no desesperarse y nunca rendirte es vital para llegar lejos en cualquier aspecto de la vida y esto lo sabía mejor que nadie un corredor como Juan Martinez Oliver. Nunca dejó que las tendidas rampas del último puerto le separaran en demasía de su antiguo compañero de escapada y ya en el descenso del Puerto, con su rodar poderoso y seguro inició su asalto a la cabeza de carrera. Por desgracia para el corredor abulense, unos inoportunos calambres le impidieron rendir lo suficiente en la zona llana que restaba hasta Avila, no permitiéndole defenderse en condiciones de las apisonadora verde que le perseguía a marchas forzadas por los inhóspitos paramos abulenses.

A tres kilómetros de la ciudad amurallada, en uno de las rectas tan características de la zona, el almeriense alcanzó a su antiguo compañero de escapada. El Pajarillo ya no podía volar. La imagen del corredor del Kelme superándole, mientras el horizonte marcaba las murallas y la Catedral al fondo, adquiría tintes dramáticos. No podría llegar de nuevo a su rueda y él lo sabía. Su día como ciclista estaba a punto de finalizar y no precisamente con final feliz.

Las alas del 'Pájaro' fallaron a punto de posarse en el nido de oro
Una parte del público abulense que se agolpaba en las gradas del Estadio del Real Avila y que esperaba la entrada en el velódromo en primera posición de su ídolo local, no supo encajar la derrota y abucheo al ganador de la carrera. La victoria de Oliver sentó como un jarro de agua fría. Solo los transistores, y la megafonía del speaker avisaron de que el sueño se esfumaba. Las alas de El Pájaro fallaron cuando estaba a punto de posarse en su nido de oro.

La Vuelta la ganaría Kelly, la apatía de sus rivales en la general y sus cualidades como contrarrelojista harían mucho para que El Rey de las Clásicas por fin ganara una de las Tres Grandes.

Otros abulenses, también han intentado ser profetas en su tierra: Francisco Mancebo, Carlos Sastre, o el ya fallecido, José Maria Jiménez el Chaba con varias fallidas escapadas en las montañas abulenses que no lograron acabar en victoria.

Mancebo, Sastre y Chaba, también intentaron ser profetas en su tierra
La maldición de El Pájaro sigue presente en las etapas que finalizan en Avila. Puede que la falta de deportividad del público abulense, abucheando a Juan Martinez Oliver al entrar en solitario en el Velódromo de Avila, tras una cabalgada de casi 200 kilómetros, haya castigado al resto de ciclistas de la provincia que han intentado ganar en casa.

Con este artículo queremos homenajear al ciclista, y al hombre. Seguro que a sus 55 años, recordará su gran día como ciclista. Puede que acabara mal, pero siempre será recordado. Sin duda, de sus dieciocho mil días como hombre, hubo uno, aquel 12 de mayo que fue el mejor.

Cualquier momento de la vida es bueno para remontar el vuelo....

Fuente: Historias del ciclismo.

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